martes, 29 de noviembre de 2011

Una oración a Dios en tiempo de sequía

¿Por qué voy a inquietarme? 
¿Por qué me voy a angustiar?
En Dios pondré mi esperanza,       
y todavía lo alabaré.       
¡Él es mi Salvador y mi Dios!
Salmo 43:5


De vez en cuando en la vida tod@s atravesamos por temporadas de sequía espiritual. Las mismas no discriminan. No importa si eres una persona de gran devoción a Dios o no. Estas sequías espirituales son precipitadas por situaciones fuera de nuestro control que hacen nuestro mundo temblar inestablemente. Ya sea que hayamos perdido a una persona amada, o tengamos crisis en el trabajo, o estemos pasando por alguna enfermedad. Durante este tiempo tan árido a veces se hace hasta difícil orar a Dios y esto puede hacernos sentirnos aún peor, porque se suma la desolación y desesperanza. 

Aunque terrible esa descripción, no es inusual. Tod@s en algún momento hemos pasado por situaciones similares. Much@s grandes personajes de la fe experimentaron el mismo sentimiento de pérdida, la falta de dirección y un tiempo de sequía espiritual.  El mismo salmista David en muchos salmos expresa sentimientos de tristeza y depresión motivados por la traición, adversidades y hasta sus propios pecados. 

Lo importante es no rendirse. Aunque se sienta que se está funcionando como un autómata, que se está fuera de control, hay que persistir en la oración. ¡La fe y la vitalidad regresarán! Dios no se olvida de tí.

Espero al Señor, lo espero con toda el *alma;
      en su palabra he puesto mi esperanza.
Espero al Señor con toda el alma,
      más que los centinelas la mañana.
      Como esperan los centinelas la mañana.
Salmo 130:5-6

No hay comentarios.:

Publicar un comentario